miércoles, 3 de junio de 2015

Las 12 claves para hacer tu trabajo fin de máster



Los trabajos de fin de máster son habituales en buena parte de los postgrados desde hace más de dos décadas, pero es desde 2007 cuando su papel se ha incrementado. El RD 193/2007, de 29 de octubre, que regula las enseñanzas universitarias oficiales establece la obligatoriedad de completar este trámite para conseguir el título de máster oficial.

Mientras, el RD 1027/2011 centra las competencias que debe alcanzar todo titulado en un máster. Entre ellas se incluyen varias que apuntan directamente al trabajo de fin de máster como saber aplicar e integrar los conocimientos en entornos nuevos, evaluar y seleccionar la teoría científica adecuada y metodología precisas para formular juicios o saber transmitir claramente los resultados procedentes de la investigación científica. El trabajo de fin de máster permite evaluar estas y otras aptitudes, pues no deja de ser un reflejo de lo aprendido y, sobre todo, una forma de integrar estos nuevos conocimientos en un documento concreto. 

Cada centro, departamento e incluso máster tiene en mente una serie de requisitos y enfoques para su trabajo de fin de máster y es importante conocerlos. Éstos pueden ir desde corroborar una hipótesis hasta elaborar una propuesta práctica sobre un apartado concreto tratado durante el curso o relacionado con el mismo. La reunión deberá servir para informar a todos los alumnos sobre las diferentes finalidades del trabajo y el proceso para asignación del tutor o director del trabajo, la elaboración de la propuesta y el calendario. 

En términos generales, todo trabajo de fin de máster se fundamenta en tres fases: la elección del director y del tema, elaboración del trabajo con su posterior depósito y, por último, defensa del trabajo y publicación del mismo.Navegamos por estas etapas a través de doce claves que te llevarán a terminar con éxito tu trabajo de fin de máster. 

1. Elección del tutor: la capacidad de elección dependerá del máster, ya que muchos postgrados optan por asignar un director o tutor al alumno. Si existe la posibilidad de seleccionarlo por tu cuenta lo ideal será buscar un profesor con el que tengamos trato o que sepamos que se involucrará en el trabajo. No estamos ante un documento de la envergadura de una tesis doctoral, pero sí de suficiente calado como para ser positiva la participación de un profesional académico con experiencia. En este punto, más vale una persona involucrada que sólo un nombre con ‘pedigrí’. 

2. Elección del tema: la elección del tema del trabajo de fin de máster es una de las partes más importantes. En principio será viable cualquier tema relacionado con las asignaturas del postgrado, pero a efectos prácticos, es recomendable que sea una materia que se haya tratado en el departamento del máster en cuestión. En este punto también es aconsejable que sea una investigación de tu agrado y a ser posible que te apasione, pues deberás dedicar bastante tiempo al mismo. 

Sin embargo, lo más importante es que sea un tema viable. De hecho, las primeras reuniones con el tutor estarán enfocadas a estudiar esta cuestión y si el trabajo podrá llegar a buen puerto. Se analizarán, entre otras cuestiones, los medios disponibles, su accesibilidad o el tiempo que llevará recabar los datos necesarios. Otras cualidades de un buen tema serán su carácter científico, la capacidad para ser limitado y preciso o que sea capaz de proporcionar resultados significativos. 

3. Definición de los objetivos: una cuestión es contar con el tema y otra distinta saber lo que queremos demostrar. Tras elegir el objeto de investigación hay que definir los objetivos del trabajo. Deberán tratarse de objetivos concretos, evaluables y relevantes, además de viables. 

4. Planificación y documentación: dos partes claves del trabajo. En la primera habrá que concretar las tareas que se llevarán a cabo y los tiempos en los que se completarán. Al final de la misma deberíamos contar ya con el título concreto del trabajo y un índice extendido de cada capítulo. A continuación empezarán las tareas de documentación. No hay que olvidar que el trabajo debe partir de lo que otros autores afirman sobre el tema elegido, por lo que será necesario recuperar sus obras o parte de ellas. Entre los documentos a recabar figurarán libros de texto, manuales, estudios e informes oficiales o de fuentes contrastadas, working-appers universitarios, tesis doctorales, participaciones en congresos… Al recopilar la información no debemos olvidar que después será necesario citarla en el aparto de bibliografía, aunque ya llegaremos más adelante a ese punto. 

5. Redacción del trabajo. Respeta las formas. Cada centro y departamento cuenta, como ya hemos explicado, con una serie de protocolos en cuanto al contenido y la forma de los trabajos de fin de máster. Nunca debes perder de vista ese formato que, si bien puede variar, suele incluir los siguientes puntos: Portada; Índice paginado; Introducción, donde se define el objetivo y el problema planteado; Estado de la cuestión y fundamentación teórica; Plan de trabajo y metodología; Desarrollo del trabajo y resultados, es decir, la descripción del mismo; Conclusiones; Biografía; y Anexos. 

6. Redacción del trabajo. La introducción. Al igual que en una novela, el principio es quizás la parte más importante del trabajo. Para empezar, debe enganchar al lector, por lo que habrá que cuidar tanto el fondo como la forma, es decir, el estilo de redacción. La introducción será como un preámbulo donde se definirán los objetivos y la estructura del trabajo. Para ello será necesario focalizar el tema, justificar la necesidad y pertinencia del propio trabajo, plantear de forma ininteligible el núcleo del trabajo y ser sintética. No queremos exterdernos demasiado y con cinco páginas debería ser más que suficiente. En este tipo de trabajos, la introducción suele ser la última parte en redactarse. 

7. Redacción del trabajo. La fundamentación teórica y el estado de la cuestión. El propio nombre de este apartado define de forma más que concisa qué se espera del mismo. Se trata de resumir los antecedentes teóricos y conceptuales sobre la temática al tiempo que se plantean una serie de interrogantes e hipótesis que la literatura no ha terminado de resolver y que servirán para justificar el trabajo de fin de máster. En este punto el estilo literario es importante, pues servirá para dar coherencia a la exposición y sentido de unidad. 

8. Redacción del trabajo. El desarrollo y los resultados obtenidos. En esta parte conviene ser más esquemático que literario. El objetivo es describir el trabajo realizado y presentar los resultados, que no las conclusiones. Se recomiendan descripciones más denotativas u objetivas que connotativas. Se planteará el problema, se describirán los métodos de trabajo y se expondrá los resultados, todo de la forma más aséptica y científica posible. 

9. Redacción del trabajo. Las conclusiones. Conclusiones en este caso no son sinónimo de resultado, sino de finalizar el trabajo. Tal y como ocurre con las obras literarias, la conclusión debe cerrar el círculo que se inició con el objetivo del trabajo y dar respuesta a las preguntas que éste planteaba. Su redacción debe ser sintética, clara y coherente, no superando las tres páginas. 

10. Redacción del trabajo. Referencias bibliográficas y anexos. Uno de los errores más repetidos en los trabajos de fin de máster está relacionado con la forma en la que se citan las fuentes y se recogen las referencias bibliográficas, es decir, los libros y documentos que han servido para apoyar la tesis sostenida. Esta es una tarea que se lleva a cabo a lo largo de todo el trabajo, donde se irán desechando unas y otras así hasta dar con las que finamente aparecerán en el escrito. Se recomienda realizar un esquema previo de las mismas. En cuanto a la forma de presentación, la más utilizada es la que pone autor, fecha y nombre del trabajo, ordenados alfabéticamente según esa secuencia. 

11. Presentación oral del trabajo. La redacción del trabajo no supone el final del mismo. También será necesario presentarlo o defenderlo en público, como ocurre con las tesis doctorales. La presentación no suele superar los 20 minutos y habitualmente tendrás más cosas que decir que tiempo disponible para hacerlo. El mejor consejo es sintetizar. Para lograrlo es recomendable redactar previamente el discurso y articularlo en torno a tres elementos: apertura, cuerpo y conclusión. En el primero se explicará el tema y el título del trabajo así como sus apartados más significativos. Cualquier persona que haya asistido a una conferencia sabe que el principio es fundamental en una charla, se trata de captar la atención del público y una buena recomendación es la de aprender las primeras tres frases de memoria para ganar confianza. 

El segundo apartado, el cuerpo, servirá para desarrollar el contenido del trabajo. Es importante ordenar las ideas que quieras presentar de forma secuencial para que el auditorio pueda seguir el discurso. Por último, la conclusión debe, como en el propio trabajo, cerrar el círculo y repetir de forma resumida y con diferentes palabras, las dos o tres ideas clave que se han tratado durante el resto del discurso. 

Con estos puntos claros y dependiendo del centro, se podrá optar por apoyar la presentación con material gráfico o documental de todo tipo, empezando por el clásico Power Point y siguiendo por los innovadores Prezi. En caso de hacerlo, nunca debes dejar que recaiga sobre ellas el peso de la presentación. 

12. Publicación. Ahora que ya tienes tu trabajo de fin de máster ¡dalo a conocer! Existen diferentes formas de hacerlo dependiendo también de la profundidad del documento y su extensión. Se puede acudir a una editorial para hacer una edición de pago, aunque lo más habitual es dejarlo en abierto para que sirva de referencia a posteriores alumnos o tratar de incluirlo en alguna revista especializada de forma resumida.

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